La historia del niño de 12 años que ya es un reconocido crítico de los monocultivos
Balam Pardo Orellana, de 12 años de edad, nació en Nicaragua y tiene ancestros indígenas. Por circunstancias de la vida, cuando tenía 7 años se vino a vivir a Salento con su padre. Allí estudió en una escuela cercana al Valle del Cocora, donde con mucha frecuencia llegan documentalistas a grabar las maravillas del paisaje de la zona.
Cuando entraron en contacto con Balam descubrieron que tenía un amplio conocimiento de las riquezas naturales del sector, como la palma de cera y las aves; él es un crítico de los monocultivos en el territorio quindiano. Su mayor sueño es ser biólogo, pero por lo visto, ya tiene materias adelantadas de manera empírica y podría dar cátedra con los conocimientos que posee.
Los documentalistas también se percataron de que Balam es un niño que se expresa con soltura y que no les tiene miedo a las cámaras, por lo que inicialmente lo invitaron a exponer eso sabía para un documental sobre la fauna del Municipio Padre del Quindío.
Por sus dotes artísticos y sus conocimientos, más adelante fue invitado a actuar para una serie de Señal Colombia llamada Mi huella, mi señal, enfocado en el reciclaje y en los daños ambientales que produce la megaminería. En la actualidad hace parte del elenco de un cortometraje llamado A punta de lápiz.
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¿Por qué aceptó ser parte de ese primer documental?
No fue tanto por tener fama, sino por el amor que le tengo a la naturaleza. Trataba sobre la sequía en Salento y en el Quindío y se emitió en Caracol y en RCN, no recuerdo el nombre, solo que llegó un profesor con unos periodistas de Telecafé, acepté que me grabaran y mi padre autorizó. Me preguntaron sobre el agua que consumen los pinos y cómo eso generaba sequía.
Cuéntenos de ese papel que desarrolló en Mi Huella, mi señal
Fui el protagonista, allí mostraron a los niños marchando en Armenia contra la megaminería a cielo abierto, después yo salía con una capa y haciendo un carro con productos reciclados, con un tarro, con alambre, con candela y me acompañaba un adulto que velaba para que no me fuera a quemar. Al comienzo sentí un poco de miedo porque no soy muy conocido, después me di cuenta que la fama tiene cosas malas y buenas. Me sentí bien porque estaba dando un aviso por el cuidado del planeta, en algunas grabaciones me sentí muy libre y relajado. No he tenido papeles secundarios y me gustaría hacerlos.
¿Cómo va con la grabación del cortometraje ‘A punta de lápiz’?
Es dirigido por Álvaro Muñoz y se está grabando en los 7 puentes de Cocora. Yo acepté el papel para representar la etapa de niña de la protagonista, que es una guerrillera adulta que se atrinchera en lugar de pelear. Ella aparece, pero recordando su niñez, pues antes de ser insurgente y de llevar un fusil, corría con una mochila y con sus crayones, entonces me muestran pintando porque en realidad yo aparezco en la mente de la protagonista. Es algo raro que un niño haga el papel de una niña, me imagino que me escogieron por mi cabello largo.
¿De dónde le nació ese amor y gusto por la naturaleza?
No solo es porque tengo ancestros indígenas ni porque sea de una región nativa, sino porque sin la naturaleza ni uno ni los animales pueden vivir, porque nos sostiene mientras hablamos o caminamos, pero la gente vive sin ser consciente de eso, entonces por eso le tengo tanto afecto a la naturaleza.
¿Qué opina de los monocultivos?
Es una agronomía que es autosostenible para los productores, pero no para nosotros por las plagas y porque la mayoría de monocultivos secan la tierra, por los químicos que hacen tantos daños en el entorno. El aguacate hass es un monocultivo, a la mayoría de fincas cercanas los perjudica. En Salento ni un mosco lo picaba a uno, pero ahora por todo eso nos invadieron. El café es un monocultivo, pero no tiene tanta plaga, los pinos son para fabricar madera, pero tampoco nos favorecen a nosotros.
¿Qué conoce de la palma de cera?
Es insignia de este país y tiene entre 70 y 80 metros de altura, vive en lugares fríos y en bosques. En Cocora tumbaron todo el bosque y ahora solo quedaron las palmas, que no se reproducen por la presencia del ganado, lo bonito que quedaba se volvió una tumba de palmas de cera porque cuando uno intenta sembrar una sin un bosque nativo, esta no crece, solo le nacen las hojas y se quedan pasmadas; ellos necesitan una tierra fértil, con oxígeno, con raíces de árboles, con los animales que viven en ellos y requieren de un descanso del turismo. El ganado daña las palmas porque pisa las semillas e impide su desarrollo, es que acá tumbaron un montón de bosques solo para poner ganado. La leche que dan las vacas se le dan a Colanta y ganan más ellos que el mismo campesino que hace todo el trabajo para sacar una buena producción y almacenarla.
¿A dónde quiere ir a estudiar para ser biólogo?
Quiero ir al Amazonas porque hay diversidad y se puede aprender muchas cosas con los indígenas nativos de allá, pues tendría el río Amazonas al lado, puedo entender por qué el pez pirarucú vive ahí, por qué es tan grande, allá hay un montón de ranas que en Salento se están extinguiendo por la presencia del ganado y de los monocultivos.
¿Quiere ser como una especie de Tarzán en el Amazonas?
Sí, aunque no me gustó esa película porque no tiene sentido estar en África y que un blanco sea el rey de un territorio de negros, no tiene mucha lógica, eso es como volver a la esclavitud. Cuando uno estudia biología uno puede ser documentalista y hacer un montón de grabaciones diferentes, conocer especies venenosas, saber si se puede tocar un árbol, me gustaría ser biólogo sin dejar de actuar.