La depresión no se toma a la ligera: ¿qué tipos hay y cuál es la más peligrosa?
Según la web española Salud Castilla y León “los trastornos afectivos constituyen un grupo de enfermedades caracterizados por una sintomatología afectiva básica y común a todos ellos (tristeza, decaimiento, desilusión, incapacidad para el disfrute…), pero diferenciándose por la duración, gravedad y evolución.
Comúnmente se habla de “depresión” como término general para designar a cualquiera de estos trastornos pero desde un punto de vista psiquiátrico hay que matizar y diferenciar unos de otros”. Así se distinguen los siguientes:
Los tipos de depresión se pueden tratar de varias maneras, pero lo más importante siempre es tener una red de apoyo que acompañe el proceso de la persona que está pasando por el trastorno. Los tipos de depresión son:
- Episodio depresivo mayor/menor
- Depresión subclínica
- Depresión enmascarada o “somatizada”
- Depresión con síntomas psicóticos
- Trastorno bipolar
- Trastorno distímico
- Trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo
¿Cuál es la más peligrosa?
Olivia Remes, experta en ansiedad y depresión de la Universidad de Cambridge en un artículo en The Conversation señaló que la depresión sonriente es más peligrosa que otras. Pero hay otros factores que agravan esta tipología, recalca la experta.
Por un lado, el afectado tarda mucho más en buscar apoyo al no reconocer la enfermedad. “Por otro, las personas que tienden a padecerla suelen tener personalidades con problemas para reconocer las emociones, así que trabajar desde un punto psicológico con ellas es mucho más complicado”, destaca.
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Y lo peor, “la capacidad de las personas con esta depresión de continuar realizando también sus actividades cotidianas puede ser contraproducente”.
Remes también señaló que “la fuerza que tienen para continuar con su vida diaria puede hacer que sean especialmente vulnerables para llevar a cabo planes de suicidio. Esto contrasta con otras formas de depresión, en las cuales las personas pueden tener ideas suicidas, pero no suficiente energía para actuar en base a sus intenciones”.
Para poder tratarla, la Clínica Mayo afirma que suele necesitarse “medicación, terapia conversacional (psicoterapia), y cambios en el estilo de vida. Remes añade realizar ejercicio regularmente y practicar meditación porque, asegura, ha dado buenos resultados en la práctica clínica”.