Mitos y verdades del trasplante de médula
Septiembre es el mes mundial del trasplante de médula ósea, una oportunidad para hablar sin temores de un procedimiento que, lejos de ser un mito inalcanzable, es hoy una realidad que salva vidas en Bucaramanga y en el nororiente colombiano. Hace dieciséis años, los pacientes que lo necesitaban debían viajar a Bogotá o Medellín, permanecer allí entre tres y seis meses, alejarse de sus familias y asumir un enorme desgaste económico y emocional. Hoy, en la Clínica Foscal hemos demostrado que la descentralización es posible: somos la única institución del país, fuera de la capital, que realiza trasplantes con donante voluntario no familiar, y en 2024 fuimos la segunda con más procedimientos en Colombia.
El trasplante de médula ósea, también llamado de progenitores hematopoyéticos, consiste en la infusión de células madre -propias o de un donante- para sustituir las células enfermas. Es una opción decisiva frente a enfermedades como leucemias, linfomas, mieloma múltiple, e incluso algunas patologías autoinmunes. Sin embargo, persisten temores y mitos que generan dudas e incluso rechazo hacia la posibilidad de donar. Muchas veces la desinformación impide que un paciente encuentre el donante que necesita a tiempo, y por eso es urgente derribar esas falsas creencias.
Uno de los mitos más comunes es creer que donar médula ósea puede causar parálisis. Nada más lejano de la realidad: la médula ósea no es la médula espinal, se encuentra en el interior de los huesos y no compromete el sistema nervioso. Otro temor frecuente es pensar que la donación deja a la persona sin médula o con secuelas permanentes. La verdad es que solo se extrae una fracción pequeña de células madre que el cuerpo repone de forma natural en pocas semanas. También suele pensarse que el procedimiento es siempre una cirugía riesgosa. La mayoría de las veces, en cambio, se realiza a través de la sangre, con un método muy similar a la donación de plaquetas. En casos específicos, se hace desde la cadera, bajo anestesia, con molestias temporales, pero sin complicaciones duraderas.
El dolor también suele estar rodeado de exageraciones. Donar no duele más que un pinchazo ni más que estar conectado a una máquina algunas horas. Otra creencia extendida es que solo los familiares pueden ser donantes compatibles. Si bien tener un hermano idéntico es la mejor opción, no siempre es posible, y por eso existen registros de donantes voluntarios como Dar Células en Colombia o bases internacionales como el DKMS en Alemania o el NMDP en Estados Unidos. Gracias a estos registros, miles de personas en el mundo han encontrado la compatibilidad que no hallaron en sus familias.
Otro mito es pensar que solo se puede donar una vez o que las células madre provienen de laboratorios artificiales. La verdad es que una persona puede donar más de una vez, si cumple las condiciones médicas, y que las células madre son completamente naturales. Todos las tenemos en la médula ósea y de allí proviene la sangre que nos mantiene vivos. El trasplante es, en esencia, trasladar esas células de un organismo sano a uno que las necesita para sobrevivir.
En la Foscal hemos realizado más de 600 trasplantes de médula ósea, respaldados por un equipo de 13 hematólogos, una unidad inscrita en la Sociedad Europea de Trasplante de Médula Ósea y servicios altamente especializados en recolección y procesamiento celular. Pero el verdadero desafío no está solo en la infraestructura ni en el conocimiento médico, sino en la solidaridad. Necesitamos más personas dispuestas a registrarse como donantes, más conciencia de que donar células madre no significa un sacrificio, sino un acto de vida.
En este mes mundial del trasplante, mi invitación es clara: derribemos los mitos y sembremos verdades. Donar médula ósea no paraliza, no debilita, no duele más allá de lo tolerable. Sí, salva vidas.